Por lo general no escribo en esta cosa, pero hay ocasiones que lo ameritan. O, en su defecto, ocasiones en las que estoy aburrido y escribo.
El tema es que quiero manifestar lo siguiente: hace no mucho recibí un correo que contenía un cuestionario acerca de cuán gay es un hombre si cumple con ciertas condiciones, y que se contestaba con un sencillo checklist (igual que el DSM-IV). Hasta ahí, fuera de poder resultar algo insultante para las "minorías sexuales", el tema era bastante gracioso... salvo en un punto. Cito:
"3. Tener un gato. Sólo un homosexual consumado tendría un gato. Un gato es como un perro, pero en versión amariconada: se lava con su propia lengua, come pescado y nunca se emborracha. Es decir que el hombre que vive solo con un gato en casa, vive en una profunda relación gay. Sólo fíjense: a un perro se le llama con dignidad masculina": Perro de mierda, venga para acá", "Échese, perro puto". Pero a un gato... "Bsss-bsss-bsss, vení bonito, tan lindo mi gatito... mishimishi... "¡¡¡Gay Total!!!"
La verdad es que no tengo ningún gato... pero me encantaría tener uno. Y creo que eso no significa que desee enredarme sexualmente con algún hombre, ni tampoco que sea afeminado, ni nada por el estilo. Sólo que me gustaría tener un gato. Así que me pregunto: si me decido a, finalmente, tener uno de estos animales como mascota, ¿imperiosamente debo volcar mi líbido a personas de mi mismo sexo?, o, peor: si tengo un gato en mi casa, ¿debo para siempre defender mi heterosexualidad ante otras personas que también hayan leído el mail?
Ese cuestioario, por otra parte, argumenta de manera pésima el porqué la tenencia de estos animales significa homosexualidad. Veamos:
- "Un gato es como un perro, pero en versión amariconada (...)"
- "(...) se lava con su propia lengua (...)".
- "(...) come pescado (...)"
- "(...) y nunca se emborracha (...)"
Ergo lo anterior, según este test, tener un gato y ser hombre es indicador de homosexualidad. Al contrario, uno puede ser hombre heterosexual y tranquilamente tener un perro. No tengo problemas con los perros... pero, admitámoslo, son medio fletos. ¿O es que acaso nadie ha visto cómo, de repente, algunos perros machos juegan al caballito de bronce en plena calle?, yo sí, y me parece bastante rancio.
En cuanto pueda, recogeré algún gato de la calle y lo adoptaré. Le enseñaré a tomar, a jugar pirámide, a jotearse minas y le llamaré Rambo...